La emoción es una reacción instantánea ante una situación determinante, lo cual es inherente al ser humano. Las emociones nos ayudan a identificar nuestro estado de ánimo y a diferencia de los sentimientos, son menos duraderos, son universales y nos llevan a actuar.
Conocer las emociones nos permite darle nombre y significado a los acontecimientos de nuestro día a día; sin embargo, para algunos es una tarea fácil al describir como se sienten y para otros no tanto, pero ¿Debo preocuparme por las emociones que estoy experimentando?.
No se tiene una respuesta general ante esta pregunta, va a depender de la situación y del caso que lo haya originado, pero a grandes rasgos podemos dividir emociones en rubro positivo y negativo, aunque esto NO significa que sean buenas o malas, sino que algunas nos pueden llevar a experimentar bienestar o malestar.
¿Cuándo sí preocuparme?
Cuando una emoción es persistente, aunque el estímulo no esté presente, es importante valorar:
¿Qué causa malestar o bienestar?
¿La forma de expresión me afecta a mí o a terceros?
¿Repercute realizar mis actividades con normalidad día a día?
Después de resolver estas preguntas, si en tu mente está un “sí” es necesario valorarlo con un especialista en salud mental, ya que la falta de inteligencia emocional puede desencadenar problemas físicos y psicológicos, como por ejemplo la tristeza, está a corto plazo nos brinda protección, pero a largo plazo puede ser un criterio de un TRASTORNO DEPRESIVO.
Para poder expresarlo dividimos las 5 emociones más comunes:
Tristeza, felicidad, ira, desagrado y miedo.
Otro ejemplo es la ira, que al experimentarlo provoca que seamos más perceptivos y atentos a nuestro alrededor, pero a largo plazo genera conflictos intra e interpersonales como discusiones con poca objetividad.
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